#viernesdelogos
#fridaylogo

Era verano de 2007 y recibía un trabajo poco feliz para cualquier diseñador: retocar el logo para un cartel corpóreo. Para mi sorpresa, me encontré con una de las imágenes más graciosas e inimaginables que se me cruzaron en mi carrera. ¿Puede el ser humano llegar tan lejos? Si, puede. Ha llegado a la Luna (¿?). Contemplando que el trabajo sería complicado, me reuní con el cliente aquel martes 7 de diciembre y le expliqué que su lavadero de autos premium no tenía ni una ventisca de exclusividad desde su identidad. Me dijo que lo entendía, pero que ya era medio tarde porque el viernes (en 4 días), su proyecto abriría sus puertas y necesitaba “salir con algo”. Le propuse un rediseño y, a sabiendas del poco tiempo, tomé una decisión que me cambiaría para siempre la manera de pensar los proyectos: ir con una sola opción. Le expliqué: “no habrá burbujas, ni autos, ni osos hormigueros con locas mangueras”. Y así fue como dediqué gran parte del poco tiempo que tenía a darle forma al concepto y otras pocas horas a la ejecución de la idea: “no hay nada peor que la mierda de los pájaros” me dijo un amigo. Yo no tenía auto.
Ese viernes volví a reunirme y le presenté la propuesta. Desde lo morfológico, el pájaro en forma de gota, su ojo que se transforma en su caca. Dos tintas para economizar recursos y ser más pregnantes. Desde lo tipográfico, el juego del car—i love—wash jugando en dos líneas con una de las tintas apoderándose de la forma y buscando distintas jerarquías dentro de un mismo armado. La forma final fue producto de una idea y del entender que hay que proponer. La marca se viralizó desde la incógnita en toda la costa argentina y, aunque el proyecto duró solo 1 año, aún se ven algunos autos con calcomanías en sus vidrios, maltrechas por el paso del tiempo. Con esa nostalgia de amor de verano.

Ese viernes volví a reunirme y le presenté la propuesta. Desde lo morfológico, el pájaro en forma de gota, su ojo que se transforma en su caca. Dos tintas para economizar recursos y ser más pregnantes. Desde lo tipográfico, el juego del car—i love—wash jugando en dos líneas con una de las tintas apoderándose de la forma y buscando distintas jerarquías dentro de un mismo armado. La forma final fue producto de una idea y del entender que hay que proponer. La marca se viralizó desde la incógnita en toda la costa argentina y, aunque el proyecto duró solo 1 año, aún se ven algunos autos con calcomanías en sus vidrios, maltrechas por el paso del tiempo. Con esa nostalgia de amor de verano.
